Hijo ¿Cómo puedo ayudarte a ver? ¿Puedo darte mis hombros para que te pares en ellos? Ahora vesmás lejos que yo. Ahora ves por nosotros dos. ¿Me cuentas qué ves?
Que día tan lleno de cosas lindas e inesperadas, me encanta salir con Zuriel porque platicamos como si fuéramos los grandes cuates… y es que pues como todos los jóvenes de su edad, mi hijo ya tienen sus compromisos, sus intereses, entonces cuando hay una oportunidad pues es genial… trato de aprovecharla al máximo.
Fuimos a la librería, es un lugar en el que automáticamente me siento relajada, “en mi hábitat” diría mi marido, pero sí, tanta cultura, historia, experiencias, reflexiones en un solo lugar…tantos escritores clásicos, contemporáneos … la verdad uno de mis sueños es tener una gran biblioteca en casa para compartirla. Ese gusto por los libros afortunadamente lo comparto con mi hijo y ahora lo disfruto más porque ya podemos tener una conversación sobre lecturas comunes.
Estando ahí, ni para donde agarrar, había tantos librosinteresantes pero poco presupuesto así que me decidí por dos clásicos “El Llanoen Llamas” de Juan Rulfo y “El amor en los tiempos del cólera” de GabrielGarcía Márquez, ejemplares que tenía como patrimonio cultural, pero que un buendía generosamente se me ocurrió prestar y pues para nunca más volver.
Iba a tomar el tercero de “Metafísica al Alcance de Todos” que ya había leído y que quería retomar, pero mi hijo me dio un pequeño libro, encuadernado, con bonita presentación … lo había hojeado y le gustaron unos pensamientos. Entonces pues me brinda una mirada … con esos ojos y esa expresión a la que toda madre se rinde. Le comenté que se lo adelantaba de cumpleaños y pues cuando hubiera más dinero, le regalaba otros libros.
Ya de regreso a la casa, yo manejando, me empezó a leer el prólogo y pues resulta que el libro nació como un regalo de un padre a su hijo que entraba a la universidad, como un mapa de viaje, un bonito compendio de consejos y pensamientosq ue podrían ser útiles en su nueva etapa. Pues como dicen “ni mandadito hacer”, porque coincide que mi hijo también está por volar con alas propias con su próxima entrada a la Universidad.
Me leyó varios pensamientos y nos venimos comentando en el camino, lo vi tan centrado, tan maduro como nunca lo había visto. En definitiva, para quienes somos madres los hijos nunca terminan de crecer, son nuestros pequeños, nuestros chiquitos, sin embargo, como afirmaba el poeta libanes Gibrán Jalil Gibrán, los hijos realmente no nos pertenecen, son hijos del anhelo de la vida y así lo tenemos que aceptar.
Mi alegría es que sin buscarlo hayamos compartido una experiencia que sin duda reforzará los principios que ya tiene, pero que seguramente le permitirá vivir una vida más feliz y más plena. Para mí esta experiencia ha sido un gran reagalo de Dios.
"Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas del anhelo de la Vida. Vienen a través de ti, pero no de ti y, aunque están contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues tienen los suyos propios. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la casa del mañana, que tú no puedes visitar, ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no intentes que sean como tú."
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